• December 11, 2019
  • Updated 7:01 pm
Tendencias
#El piropo quiteño tiende a desaparecer… #La eternidad y un día: el viaje a Itaca… #Segundo Anguisaca, un tesoro de Pucará #Amores de a perro #Crónica de un garmin imaginario #La mala película protagonizada por Lenín #Siway: Presidente, no persiga a los indígenas #Salsoteca Carlos Alberto, tradición de ritmo y son #Quito, entre mis piernas #Milenium actress: laberintos incomposibles
Los Cronistas I Periodismo & Literatura Los Cronistas I Periodismo & LiteraturaLos Cronistas I Periodismo & Literatura
  • Inicio
  • El Proyecto
    • Equipo
    • Capacitación
  • Temas
    • Nuestras Crónicas
    • Nuestros Alumnos
    • Autores famosos
    • Cuento
    • Grandes cronistas
    • Historias de mujeres
    • Novela
    • Poesía
    • Entrevistas a grandes periodistas
    • Periodismo del Siglo XXI
    • Últimas noticias del periodismo
  • Blog
  • Nuestros Cursos
    • Inscripciones
  • Contáctenos
    • Site Map
  • Inicio
  • El Proyecto
    • Equipo
    • Capacitación
  • Temas
    • Nuestras Crónicas
    • Nuestros Alumnos
    • Autores famosos
    • Cuento
    • Grandes cronistas
    • Historias de mujeres
    • Novela
    • Poesía
    • Entrevistas a grandes periodistas
    • Periodismo del Siglo XXI
    • Últimas noticias del periodismo
  • Blog
  • Nuestros Cursos
    • Inscripciones
  • Contáctenos
    • Site Map

La casa del rap, los grafitis y la marihuana

Regresar
Ingrese su texto y encuentre el resultado
Recent Posts
El piropo quiteño tiende a desaparecer…
Crónica
  • 129 Views
  • noviembre 30, 2019

El piropo quiteño tiende a desaparecer…

Por Víctor Vizuete E.* En estas épocas tan complejas, con el feminismo armando sus barricadas -legítimas, desde luego- cada más cerca de las anquilosadas fortificaciones machistas y con el estigma del acoso sexual tratando de volverse omnipotente, el piropo –a los que somos tan adictos los nacidos en este país de la mitad- se bambolea

La eternidad y un día: el viaje a Itaca…
Cine
  • 119 Views
  • noviembre 24, 2019

La eternidad y un día: el viaje a Itaca…

Por Gabriel Zhiminaicela* La eternidad y un día es un filme del director griego Theo Angelopoulos quien, a través de la figura del artista, nos revela su gran dilema: ¿escribir o vivir? El oficio del artista supone su propio sacrificio por el arte: reemplazar la vida por el trabajo de creación. Alexander, el protagonista, al agotar

Segundo Anguisaca, un tesoro de Pucará
Crónica
  • 285 Views
  • noviembre 24, 2019

Segundo Anguisaca, un tesoro de Pucará

Por Humberto Berrezueta* Pucará.- Con su característico poncho pucareño de lana de oveja y sombrero de mocora, me recibe en el patio de su casa, nos sentamos junto a las escaleras que van hasta el segundo piso: “Tengo ya 81 años y mi salud no es tan buena”, me responde cuando le pregunto ¿cómo está?

  • 110 Views
  • noviembre 24, 2019

Amores de a perro

Por Víctor Vizuete E.  Por las fotos que he posteado últimamente se habrán dado cuenta que me encantan los perros. Bueno, me gustan las mascotas, en realidad. De niño tuve un conejo que, dado mi tamaño en ese tiempo, me parecía un canguro rojo que me pateaba de lo lindo cada vez que quería abrazarlo.

  • 113 Views
  • noviembre 24, 2019

Crónica de un garmin imaginario

Por Eduardo León Era una mañana de sábado nublada en el campus de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, ubicada a un costado de la vía Perimetral. Un joven entusiasta había soñado, desde hace un par de años, ser Ironman. Para ganar fuerza, un grupo de amigos le habían recomendado trotar y hacer el circuito

  • 66 Views
  • noviembre 21, 2019

La mala película protagonizada por Lenín

Por Diego Montenegro Andrade* Un Presidente de la República recriminando a una niña es una escena de película infantil de mal gusto, con pésima dirección y con un protagonista que no se respeta a sí mismo. La máxima investidura de un país frente a la fragilidad de un ser, que tuvo que soportar la exclusión

Siway: Presidente, no persiga a los indígenas
Crónica
  • 216 Views
  • noviembre 21, 2019

Siway: Presidente, no persiga a los indígenas

Por María José Ibarra* Todo estuvo listo para el show. Los asistentes seleccionados. Las luces. El protocolo. Las banderas. El escenario. El presentador. Entre los invitados estaban menores indígenas, como parte de la celebración por el Día de los Derechos de los Niños. Eran pequeños de 5 y 6 años hasta adolescentes. Y, entre ese

Salsoteca Carlos Alberto, tradición de ritmo y son
Crónica
  • 126 Views
  • noviembre 17, 2019

Salsoteca Carlos Alberto, tradición de ritmo y son

Por Carlos Narea* En este lugar nadie pregunta sobre estados civiles, religión, afiliaciones políticas… Tampoco se habla del futuro de la economía o de los playoff del campeonato de fútbol. No. Acá se habla de Celia Cruz, de Héctor Lavoe, de La Fania, de Willie Colón… Y no solo se habla, se baila. La salsoteca

Quito, entre mis piernas
Crónicas de viajes
  • 99 Views
  • noviembre 17, 2019

Quito, entre mis piernas

Por Tatiana Mendoza* Hay una ciudad enterrada en mi monte de Venus y Quito nunca estuvo más hermosa. La habitación blanca, como el primer disparo que arrojaron sus restos en mi espalda, blanco y perdurable olor a cloro. La pintura de un mar en la cabecera de la cama es la epifanía completa de lo

Milenium actress: laberintos incomposibles
Cine
  • 86 Views
  • noviembre 17, 2019

Milenium actress: laberintos incomposibles

Se dice que un laberinto es múltiple, etimológicamente, porque tiene muchos pliegues. Lo múltiple no solo es lo que tiene muchas partes, sino lo que está plegado de muchas maneras. Gilles Deleuze, El pliegue: Leibniz y el barroco  Por Hugo Villamar* Una de las posibilidades adscritas al barroco es la oportunidad de consentir la multiplicidad de

La casa del rap, los grafitis y la marihuana
Nuestras Crónicas
  • 1798 Views
  • abril 27, 2017
  • Nuestras Crónicas

Por PAOLA AYALA.

– Aquí es, aún no llega nadie.

Erick, a quien le apodaban El Sambo por su cabello medio rizado y alborotado de color negro, llegó primero a la casita, conmigo.

Desde una de las calles de Conocoto se la observaba: paredes blancas, dos puertas de entrada, la principal y la del garaje, ambas de color café. En una de las paredes con spray negro y letras grandes decía: Kunun Kutuk.

-Mira, ahí viene el Mitos.

Lo dijo Hugo (el Primate). Se acercaba hacia nosotros un chico delgado, aún con cara de niño y dientes desiguales.

– ¿Qué fue, Mitos? -, dijo el Sambo saludando al chico.

– Hola – nos dijo a los tres.

– Ella es una amiga, se llama Pao -, dijo el Sambo, señalándome.

El chico me dedicó una sonrisa tímida. Yo le contesté con otra.

Se pusieron a hablar de las crews y yo los escuchaba cuando llegó Jonathan (el Ratón).

Saludó a los chicos con un puño y a mí con un beso en el cachete izquierdo.

Por segunda vez, el Sambo me presentó.

Entramos. El Sambo y yo éramos los únicos que visitábamos el lugar por primera ocasión.

El Sambo entró sonriente, con cierto gesto de ansiedad, y con la cámara de su teléfono empezó a filmar, supuse que lo hacía para recordar la primera vez que entró a la casita.

La construcción abandonada era de gran valor para algunos grupos de raperos y grafiteros del valle, como el Sambo.

Yo fui con la intención de descubrir algo y era lo que estaba haciendo.

También comencé a grabar. Pensé que sería un buen recuerdo.

– ¿Tienen perros? – pregunté.

– Aquí viven todos los perros -, respondió el Ratón con tono irónico.

Los demás rieron, como si fuera una verdad de esas con las que todos se identifican.

– Pero no te hacen nada, tranquila -, añadió.

Adentro vimos, como un primer plano, el patio frontal y la casa en medio.

Las paredes estaban todas grafiteadas y un camino encementado en el medio llevaba hasta la puerta principal.

Al lado izquierdo del camino, el piso era de adoquín, como si quien la construyó hubiera pensado que en ese espacio parquearía un auto.

El lado derecho debió haber sido ideado para un jardín. Solo quedaban tres árboles de tomate.

Adentro era muy fuerte el olor a perro sucio o mojado. Entendí lo que quisieron decirme con la broma canina.

Casi todas las paredes también estaban repletas de grafitis.

En la planta baja había un cuarto y una sala mediana. A un lado, gradas que llevaban al subsuelo. Entendí mucho mejor la alusión a los perros y a su olor.

Allí estaban los canes adoptados por los chicos.

Ladraban pidiendo comida, sobre todo los cachorros,  pero nadie los atendió hasta que terminara la reunión

Subimos al primer piso. Allí sería la reunión de los miembros de las diferentes crews.

Arriba, el olor a perro sucio y mugriento se desvaneció.

Había dos cuartos y un baño copado de desperdicios.

En uno de los cuartos empezaron a poner sillas.

Mientras lo hacían subí a ver qué había en el segundo piso: una terraza con cajas por todo lado. No me acerqué a mirar su contenido.

Bajé. Me senté en medio del Sambo y el Primate. Hasta ese momento era la única chica, rodeada de jóvenes desconocidos.

Sin embargo, no me sentía incómoda. Un 80% de mis amigos son hombres y la mayoría de tiempo paso con ellos, así que estaba acostumbrada a ser la mujer del grupo.

Empezaron a hablar de las crews más fuertes que hay en el Valle de los Chillos.

Yo no entendía. Interrumpí la plática.

– ¿Qué es una crew?

Se quedaron en silencio.

Tuve que explicar al Mitos y al Ratón por qué estaba ahí. Se me había pasado por alto decírselos.

Ellos se miraron. Asintieron.

– Una crew es como una banda -, dijo el Ratón.

-Una banda de raperos y grafiteros-, añadió el Mitos, el más joven de esta crew, con 17 años.

– El objetivo de una crew puede ser bueno o malo -, dijo el Sambo.

– La de nosotros quiere dejar un mensaje reflexivo a la gente, a través de nuestras canciones y grafitis.

Cierta vez unos religiosos habían rayado la casa con mensajes bíblicos. Y no les gustó. Intervino el Primate:

– A nosotros no nos importa si quieren o no que grafiteemos sus paredes, igual lo hacemos.

Los demás miraron al Primate con respeto y silencio.

Empezaron a discutir sobre la religión y la existencia de Dios.

Solo el Primate creía en Dios. Los demás dijeron creer en sí mismos, como si eso fuera suficiente para vivir. Escuché historias de pasados dolorosos.

Llegó Luis. Le dicen el Craft. Alto, delgado, de aspecto débil pero con carácter fuerte.

Algo iba a pasar ese momento. Y pasó: una manzana, con hierba de marihuana introducida en el vástago, encendida y con humo, empezó a pasar de mano en mano, de boca en boca, de humo en humo…

Salí a recorrer un poco más la casa a la espera de que acabaran. Pensé que era cierto que quería descubrir algo nuevo, pero fumar marihuana no era mi plan.

Vi con más atención los grafitis. Traté de descubrir qué querían expresar.

Lentamente subía y bajaba mi mirada por cada pared. Me atraían los colores y las figuras. Eran muy buenos dibujos.

Varios que llamaron mi atención, como uno que tenía ojos de muchos colores y expresaban diferentes estados de ánimo.

Recordé lo que me había dicho el Sambo antes sobre el objetivo de Kunun Kutuk.

Es un movimiento, Okupa que surgió hace un año atrás.

Tiene un proyecto social que busca la reivindicación del acceso a bienes inmobiliarios abandonados gracias al uso eficiente de espacios.

Así lograron adueñarse de una casa abandonada de tres pisos y un subsuelo, además de un gran espacio baldío ubicado en el sector de Conocoto, al este de Quito.

– Un día decidimos empezar a limpiar y así comenzó todo.

Más conocido como el Ratón, Jonathan ha sido uno de los líderes y pioneros de este movimiento.

Salí a comprar chitos y una coca-cola. Caminé algunas cuadras. Al regresar vi a otro chico entrar allí.

Se llama Andrés y es el autor de uno de los grafitis más famosos de Quito.

Un dibujo de un oso que aparece en todas partes de la ciudad, por eso lo apodan Mr. Oso.

Hoy, cada vez que veo ese grafiti en cualquier parte, el nombre del chico se me viene a la mente, al igual que cuando veo grafitis del Primate.

El Primate, que se llama Hugo, tiene ese apodo porque la mayoría de sus grafos, muy llamativos, se refieren a monos en diferentes cosas.

Cuando me senté otra vez seguían fumando marihuana.

El Sambo me explicó por qué lo hacía:

– Me siento libre y me olvido de todo, es mi medicina -.

¿Y cómo llegaron a pertenecer a esta crow?

Hablaron todos al mismo tiempo.

A pesar de que pertenecían al mismo movimiento, unos pensaban totalmente diferentes a los otros en muchos temas.

Como la religión, como los crímenes que ellos han cometido, como todas sus irreverencias sociales.

El Primate me advirtió que no todos son como ellos. Que otros, que llegarían más tarde, no les gusta compartir ni hablar con gente que no son como ellos.

Horas antes, en el camino para llegar a la casita, también me contó que él viene de bandas criminales grandes.

Que él antes no le veía sentido a la vida.

Que en una banda de criminales no hay amistad.

Que tienes que sobrevivir y hacer lo que los grandes pidan.

Que si no eres leal, ellos mismos se encargan de matarte.

Ese era su pasado hasta que conoció amigos que le enseñaron cosas buenas.

Como el grafiti, que le costó mucho trabajo llegar a hacerlo bien, pero es lo que más ama hacer hoy.

Tiene tatuajes en su cuerpo como marca de su pasado.

El Sambo, en cambio, no tiene tatuajes. Lo que más le importa en la vida es su pequeña hija de tres años, a quien desde ya le gustan los grafitis.

Luego llegaron cinco chicos y una chica.

Entraron, saludaron y enseguida empezaron hablar del evento que a iban a organizar: ese era el objetivo de la reunión.

El evento trataba sobre mostrar el talento que tienen las crews del Valle de los Chillos en la improvisación, en el rap, en el grafiti.

Uno buscó una pista musical mientras los otros se ponían de acuerdo sobre qué tema iban a rapear.

Algunos empezaron a improvisar.

La pipa seguía pasando mano tras mano y boca tras boca. Era hora de irme.

Me despedí. El Sambo me acompañó a la parada. Estaba un poco mareada.

El olor y la densidad del humo de la marihuana, así como los rostros de los chicos y sus historias del pasado, aún me persiguen hasta ahora.

  • Bandas criminales
  • Grafittis
  • Marihuana
  • Okupas
  • Rap
Post Anteriores Soy el 77
Nuevos Post La bestia de metal que engulle y escupe

Leave your Comments

Categorías
  • Análisis9
  • Autores famosos14
  • Capacitación3
  • Cine8
  • Crítica1
  • Crónica38
  • Crónicas de viajes2
  • Cuento6
  • Entrevistas a grandes periodistas4
  • Grandes cronistas20
  • Grandes escritores8
  • Historias de mujeres27
  • Novela14
  • Nuestras Crónicas104
  • Nuestros alumnos27
  • Nuestros cronistas1
  • Perfil1
  • Periodismo del Siglo XXI5
  • Periodismo digital1
  • Poemas1
  • Poesía21
  • Reflexiones14
  • Relato16
  • Relato policial1
  • Reportaje1
  • TESTIMONIO9
Archivos

Talleres Online y presenciales de escritura periodística, narrativa, crónicas, poesia.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando este sitio web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookie

Últimos Post

El piropo quiteño tiende a desaparecer…
  • noviembre 30, 2019
El piropo quiteño tiende a desaparecer…
La eternidad y un día: el viaje a Itaca…
  • noviembre 24, 2019
La eternidad y un día: el viaje a Itaca…

Contáctanos

Rubén Dario Buitrón  CEO

099 272 3782
loscronistas17@gmail.com

Los Cronistas 2019 I Todos los derechos reservados I Desarrollado por Sabana Kreativos