Poesía
Hoy estoy tumba
Por Angélica Morales* Son extrañas las cosas que encierra el mundo dentro del vacío de una idea, aquella puerta invisible que cela el lamento de nuestros muertos, manzanas donde el pecado de la mujer sigue rodando hacia ninguna parte. Es extraña la palabra amor porque siempre lleva ocultas llaves que abren casas vacías, niños que
Preciosa y en la sombra
Por Angélica Morales* Hace una mañana líquida dentro de los ojos y una mujer habla sobre la enfermedad de un lápiz en su mesilla de noche sobre las facturas que arden en el interior de un puchero donde sus muertos aúllan y piden sal y cebollas tristes. Hace una mañana repleta de hongos y relámpagos
Los arrimados
Por Angélica Morales* Te recuerdo así: Grave, la tos abriéndose paso entre una multitud que orina de cara a las lámparas, un pañuelo arrugado surcando la cicatriz de tu cuello. (Aquella cicatriz que compramos en nuestro viaje a Islandia/ llovía y tú atropellaste un perro con la voz). Abro los ojos y miro hacia adentro
PRESENTE PERFECTO
Por Angélica Morales* Aquí, en el catecismo de las horas, cerca del labio del mar, junto a una bolsa de náufragos que se bañan dentro de una idea. Aquí, en el silencio de la carne, en la espesura de un bosque que lleva tu nombre y se abandona. Aquí, en la tarde amarillenta, en el
Después de la caída
Por Angélica Morales* Escribir para ganar dinero, para salir en las revistas literarias posando de frente, con el semblante serio, con la mano apoyada en la barbilla para transmitir seguridad al lector. El lector sucio al otro lado de mis páginas, con amigdalitis, con fiebre áspera dentro de las manos. El lector fornicando al lado
Canción de la muchacha que no existe
Por Angélica Morales* (A César Dávila Andrade) En la tarde tú, besando rosas de cemento y la tos ardiente de los árboles. En la tarde tú, muchacha de piernas débiles caminando en la otra orilla de la vida. Tú, hogaza de pan o temblor. Tú, paseo íntimo por el pubis de la luna en la
Balada de un reloj herido
Por Angélica Morales* Nadando un pez que llega y muerde mi camisa de invierno la piel más terrible de mi nombre y sé que agosto se echará a perder entre las sombras de una lluvia incesante y sé que habrá una mujer tras el cristal llorando el peso de sus fotografías nací triste y con
Seremos nosotras
Por Angélica Morales* Seremos nosotras mujeres bellas de horizonte pálido y pestañas postizas, devoradoras de capas de estiércol y cebolla, prostitutas a ratos, cuando el día se tuerce y no hay dónde comer, dónde amarrar la golondrina que nos vive adentro, en el pecho quinto, en la tostada chamuscada de la mañana, en el hotelito
La gente buena
Por Angélica Morales* La gente buena es pobre y tiembla y usa guantes de cartón y fuma pedacitos de espuma o saliva o algún insecto que, sin querer, ha caído en sus labios. La gente buena posee la belleza de un animal manso, lo mira todo con sus dos ojos de fuego, acoge lo oscuro
Lamer clavos
Por Angélica Morales* A León Felipe Dices: “Más sencilla, más sencilla, que todo se ahogue en el silencio, que no vengan las llagas a ensuciar lo limpio, que el cielo siga siendo solo cielo, la distancia del prójimo sobre el corazón del pan, un prado donde las mujeres bordan la madrugada y le dan de